Desde lo más alto, vi una luz parpadeante y difusa,
que a medida que me acercaba, se extendía y se hacía más cercana.
Desde lo más alto, los ojos azules que hibernaban,
despertaron en el amanecer claro de los tiempos.
Con ojos cansados, buscaban consuelo y descanso.
Sufrimiento reflejo de los años pasados.
El retoño dormido en el sitio de su recreo,
besaba su rostro con voz poderosa de hombre.
Errores errados,
que la distancia y el tiempo,
colocan medidamente,
para dar descanso al alma,
y dejar a su paso, una estrella fugaz,
que de azules salados tiñe
y son recogidos en el corazón para no ser ni vistos,
ni oídos, salvo por poemas de un artista.
Es el merecido descanso,
un amor que nunca desapareció, y retoma su forma.
Es la alegría que no suena a cañonazo,
es la algarabía del silencioso reencuentro.
Y yo, desde la distancia sigo mirando desde cerca,
sin prisa, para que un nuevo retoño juegue y se reboce en su cariño.
Desde lo más alto sigo su camino,
para estrechar su mano cuando más me necesite.
Con todo mi cariño
Anabel Leo
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DONDE LA NIÑEZ NO MUERE A mi nieto David
Por las puertas de un sueño volveremos
a la tranquila estancia,
donde todo era alegre y verdadero,
en su inocencia clara.
El colegio de junio, junto al río
abrirá sus ventanas
a aquel cercado de moreras
y susurrantes cañas.
A la luz de ese amor regresaremos,
inacabables, como sus mañanas,
alguna vez, no aquí, donde no mueren
los besos, ni los sueños, ni la infancia.
Juan Miguel González
Málaga, 24 de junio de 2010
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POESÍA PRIMERA
Oculta entre los espacios
que de puro buscar me ofreció tu cuerpo,
perdida y no al azar
en tiempo de descuento de vida y sueños
me abandono.
Sabiéndome presa de ti
y en algún imaginario lugar que me ofreces,
deposito suspiros, recreo anhelos, construyo recuerdos.
Los recuerdos de un tiempo muy corto
que fue ventura, que fue pasión,
que regaló mi alma con esencias de amor anhelado,
con figuras de otros recuerdos
que se cruzaban por bellos,
con estrechas callecitas
que obligaban a caminar a un tiempo.
Los ojos de la ilusión son vagos, son ciegos,
pero despiertan al alba con la mirada del sueño
que despereza en tropiezos al vivir más caprichoso.
Te imagino detrás de tu pelo,
te recuerdo probando los besos.
Al tacto y al oído le sobran recuerdos para volver a sentir
que de aromas y besos el tiempo castiga a los amantes
y los tortura con su paso más veloz.
Pero son necios los que aman, son presos de la insensatez
que alimenta de ese veneno cálido el fondo de sus entrañas.
Para mi niño de hierro, para mi sueño…
Gracia
"Aparecida en el Jardín"
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