POESÍA Y AFORISMOS
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LA PAZ QUE IMAGINA LA MÚSICA EN EL SILENCIO DE LOS ASTROS, ES LA ÚLTIMA ESPERANZA.
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LA PAZ QUE IMAGINA LA MÚSICA EN EL SILENCIO DE LOS ASTROS, ES LA ÚLTIMA ESPERANZA.
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INTERIORES
CUANDO TE LLEVARON
Eras un jazmín quebrado cuando te llevaban,
Andalucía se tapó los ojos para no verlo,
dejaste un rastro de salitre y barcos por los olivares.
No me tembló la voz, ni se me oscureció la mirada,
ni el rayo amenazó con su quebrado fuego geométrico,
no hubo señales en el cielo,
ni manotazos de mar enfurecido,
ni palabras,
ni llantos,
ni estaciones,
ni besos.
Todo estaba como previsto,
te arrancaron del mar y de mi,
y no ocurrió nada.
El llanto huérfano por los olivares,
como el eco callado en la oquedad desconsolada
de los cántaros vacios.
El vaivén de la cuna “loquita” pone en el ámbito de la estancia vacía
–llena del niño- una hora quieta, desde entonces.
Hijo, ahora no puedo estar contigo, estoy luchando contra un gigante,
es muy grande, mas grande que una montaña,
y tiene mas manos y mas corazones que una ciudad.
Estoy solo en la lucha, donde el corazón y el pecho es el
campo de batalla.
A veces, me encuentro con alguien que lucha a mi lado,
pero casi siempre es muerto por una sonrisa…
Así que, estaremos algun tiempo sin estar juntos, pero
un dia, iré montado en una ola, con los bolsillos llenos
de chinas y conchas y un laberinto de algas
y en una caracola irá mi grito haciendo playa el horizonte
y llegará hasta ti el mar.
Entonces, nos sentaremos en la arena y te eseñaré la luz.
Mientras tanto, te hablo en el viento, ¡sabes¡, todo lo que te
cuento no llegara hasta ti, el viento es un niño y se distrae:
pintándose una sombra, jugando con las flores o haciéndole
cosquillas a las aguas dormidas de las charcas.
A veces, cansado de jugar, me lo encuentro dormido en alguna alameda,
otras tiritando en las hojas; entonces, me enfado con el,
pero que voy a hacerle, si inocente me acaricia la cara como
para que no le riña. Es como tú.
Hoy me ha querido distraer la distancia…
estaba sentado, pensativo, junto a un arroyo amargo de adelfas.
Llegó jugando con todo, rompió el cristal del agua, la quietud
del campo, me alborotó el pelo, me dió vueltas sobre la cabeza,
se columpió en piernas, mas tarde, cansado ya, entre risas,
se abrazo a mi cintura jadeante.
Así, en silencio, estuvimos el tiempo que duro la ternura.
Lo cogí por los hombros tiernamente y le dije: lleva esto a mi hijo:
en el viento, con él te mando un corazón de aire
y envuelto en un abrazo pequeño, una alegria y un beso azul.
Ten cuidado al jugar con ellos, sus cuerpos son como de pájaros.
La alegria es de mar, si se te rompe, el suelo se llenara de peces y de conchas,
el beso se hara de piedra en una mueca fea y
el abrazo con las manos en los bolsillos se perderá por las calles…
Las Palmas – Julio del- 74
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